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Ganó el NO? octubre 6, 2016

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Estas líneas las escribió Rafael Bassi Labarrera y creo q es interesante darlas a conocer pa que dejemos tanta blablablamania

Es el momento de reflexionar seriamente y dejar la ingenuidad política y los buenos deseos en remojo para meterle coco a la realidad. La extraña derrota del SI corresponde a una bien planeada estrategia para cortar las alas a los acuerdos de La Habana que prometían un «nuevo pais». Ya no habrá distribución de tierras y posiblemente se aplace la llegada de otros Petro o Navarro Wolf al parlamento y a la arena política. Eso SI tendremos un NUEVO PACTO SALVADOR de la patria que les permitirá a los representantes del establecimiento: Santos, Uribe, Pastrana, Ordoñez… seguir jodiendo a todos los que piense en otro tipo de país. No es política-ficción es la REALIDAD

Jose Eugenio Macias – IV septiembre 22, 2016

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Ultima entrega sobre nuestro héroe, José Eugenio Macías. Texto tomado  de La Estrella, diario del siglo pasado de la Ciudad de Panamá. Se transcribió literalmente con los giros y ortografía de ese momento. Por Joaquin Batís.  
I. La Cruz vieja
II. El encuentro i el Hogar paterno
III – La Emigración

IV – Portobello

En efecto, a la sombra de esas favorables disposiciones, Bolívar adicionó á sus vastos proyectos bélicos diferentes diversiones sobre el enemigo para desorientarlo de su verdadero plan de campaña. Una de esas medidas estratejicas debería emprenderse sobre el Istmo de Panamá, i para ello designo como Jefe a Sir Mc’Gregor, noble inglés, que había dado pruebas valor, gran pericia i decisión por la república en la campaña anterior, i quien acababa de llegar de Inglaterra á Kingston con una expedición respetable para el objeto. En dicho puerto reunió dicho jefe á los patriotas que quisieron unirse á sus voluntarios i sin pérdida de tiempo emprendió marcha para Portobello en el mes de Abril de 1819. Macías, el mutilado patriota de Santa Catalina, como era de esperar, fue uno de los primeros en empuñar la espada i embarcarse, pues su ardiente amor por la Patria le hacía aborrecible la vida de inacción que llevaba forzadamente. Mc’Gregor reconoció sus servicios pasados en el ejercito republicano i le ascendió a nombre del Supremo director de la guerra, al grado de Teniente Coronel.

La expedición de Mc’Gregor sobre Portobello se componía de siete buques; dos de alto bordo, 3 bergantines, una corbeta i una goleta, i su tropa de desembarque alcanzaba á mas de 450 hombres.

La Gaceta oficial de la Isla de Jamaica del 30 de mayo de 1819, relacionando minuciosamente todo el resultado de dicha espedicion, hizo conocer los hechos siguientes:

Mc’Gregor i su expedición llegó á Portobello, con cinco de sus buques solamente, desembarcando su tropa con poca resistencia, i apoderándose del fuerte después de tomar posesión de la ciudad. Antonio López Tagle fue nombrado Gobernador de la plaza. Quince días después fue sorprendido esta á las cinco de la mañana por fuerzas mandadas de Panana por el Mariscal de Campo Hore. La sorpresa fue tan completa que todos estaban durmiendo al aparecer el enemigo.

Mc’Gregor no tuvo otro recurso que salir en camisa de su cama, arrojarse al mar i salvarse á nado en uno de sus buques los cuales izaron anclas a todo tropel i desplegando velas se hicieron al mar dejando las tropas en el Castillo, donde no deberían ser socorridos jamás, pues el pánico de Mc’Gregor no le permitió volver. El infeliz Antonio López Tagle, nombrado Gobernador fue decapitado. Los espedicionarios encerados en el Castillo se rindieron á discreción; pero como ardid de guerra los españoles dejaron flotando en dicha fortaleza la bandera republicana, pues por declaración de los rendidos seguramente conocían la llegada de otros buques de la flotilla republicana. En efecto, uno de estos llego; i engañado por el pabellón flotante de la fortaleza, anclo bajo sus fuegos. Apenas tuvo lugar esto, la bandera republicana fue reemplazada por la española i se intimo rendición al buque recién llegado.

Entonces llego a su colmo la desesperación de los desgraciados espedicionarios a bordo, por que el desastre éra tanto mas horrible cuanto había sido imprevisto e inmerecido. Aquella bandera detestada, reemplazarla en el fuerte por la de la Patria, era una sentencia de muerte. El horror de la situación no admitía ninguna esperanza de salvación para aquellas víctimas de la mas inconcebible de las impericias.

Entre aquellos desconocidos í olvidados mártires se encontraba el Teniente Coronel José Eugenio Macías. En ese instante supremo púsose de manifiesto toda la grandeza de su carácter. El dulce i decoroso es morir por la Patria de los varones de Plutarco cruzó con rapidez por su mente; i con la calma del hombre inspirado por la mas noble de las causas, se dirijió á la popa de la nave, arrojó una mirada de inefable amor y esperanza al pabellón de la República, que aún ondeaba sobre su cabeza; otra de altivo desprecio a la enseña del tirano, flameando en el Castillo: antes que presenciar tu horrible triunfo, dijo, prefiero la muerte, i se arrojo al mar con sus armas i uniforme, exclamando ¡Viva la Patria!

Al rápido movimiento del agua con la inmersión del cuerpo del Héroe, siguió la mas siniestra tersura de su superficie: todo había acabado……Su noble espíritu voló instantáneamente al seno del Creador……

Hoi ¡Oh mártir! después de 61 años de tu egrejio sacrificio; después que por entre cruentas vicisitudes, la Patria, ese ídolo de tu vida, ha recorrido espantosas estepas anegadas en sangre del pueblo. Cuando ese pueblo, su representación la mas pura, ha sido despojado de sus mas sagrados derechos, i convertido en cosa para servir de

Pasto al cañon por desalmados impostores que se han disputado i se disputan la facultad de destruirlo i degradarlo, como recompensa de sus grandes sacrificios pasados i presentes. Cuando esos mentidos apóstoles de la libertad, por la cual, tú, noble y desinteresadamente aceptaste la muerte como varón fuerte, no se ruborizan de su obra de maldad ante el progreso del mundo, cuyas tendencias asiduas son la perfección de las mayorías de acuerdo con los principios proclamados en el Gólgota. I cuando todo parece encaminarse á una descomposición dolorosa que conduzca a la República un fin tan deplorable, i mas que el de nuestros infelices hermanos del Peru (3) tu espíritu inmortal aun espera que lleguen tiempos mas propicios para el sagrado objeto de tus desvelos; i que entonces, el recuerdo del holocausto de tantos mártires, como el del tuyo, hagan fecundar el bien en esta tierra de tus ensueños mas queridos, como lo son de tu sobrino, a quien el cumplimiento del mas sagrado de los deberes, impidió conocieras; i al que ha tocado, por exitacion del mas leal i noble de tus amigos i camaradas sobrevivientes, conmemorar en estas líneas que suscribe, tu augusto sacrificio. Joaquín Batis

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(3) El Perú i Bolivia están próximos á sucumbir con la Dictadura, mientras Chile, su vencedor, triunfa con toda la majestad de la República. Los Gobiernos del Perú i Bolivia éran oligarquías estúpidas que despojaban a las mayorías de sus mas sagrados derechos, i fundaban su fuerza, entre otros atentados contra el Pueblo, en el reclutamiento forzoso; i por último, como consecuencia del desprecio mas refinado de los principios, en la ultima espresion de la tiranía; la Dictadura. Entretanto que Chile con una población mui inferior á la de sus enemigos; vencido al principio de la guerra, i siempre vencedor después, no ha necesitado sino de sus poderes constitucionales para obtener sus triunfos: tenia ciudadanos que disponer para la defensa de la Patria, cuando sus enemigos desapercibidos completamente de su vergonzosa debilidad, solo podían hacerlo, de ilotas degradados por inicuos gobiernos de famélicas banderías. Lección terrible i mui elocuente para los que usurpan los derechos del verdadero Soberano de la República.

Jose Eugenio Macias – III septiembre 14, 2016

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Tercera entrega sobre nuestro héroe, José Eugenio Macías. El texto se tomo de La Estrella un diario del siglo pasado de la Ciudad de Panamá. Se transcribió literalmente con los giros y ortografía de ese momento. Por Joaquin Batís.  

I. La Cruz vieja
II. El encuentro i el Hogar paterno

III – La Emigracion

Con la caída de Cartagena poca ó ninguna esperanza quedaba a los patriotas de poder vivir con seguridad bajo el régimen despótico de los pacificadores. Los ménos comprometidos en la causa de la independencia podían llevar una existencia miserable llena de mortales zozobras por la continua amenaza de los satélites de la tiranía. El denuncio por la menor sospecha estaba a la orden del dia, i á esta seguía regularmente, los mas crueles castigos; i para colmo de desgracia, entre sus mas barbaros perseguidores, no solo figuraban los peninsulares, sino algunos hijos del país, los cuales para hacerse la confianza de los opresores exajeraban su vil celo por la causa del rei, delatando a sus compatriotas ante las autoridades militares esparcidas por doquiera, i aun dirijiendose a los altos funcionarios del Virreinato.

Nuestro Héroe, como era de esperar, no podía sustraerse á la suerte común de sus compatriotas. Sus compromisos para con la causa de la Independencia éran mui serios para no temer por su vida; así que estaba condenado á la mas rigurosa reclusión, no obstante estar sano ya de sus heridas en Santa Catalina.

Como una precaucion contra el espionaje se le hizo pasar en público como muerto por su familia; sin embargo, algunas visitas misteriosas de patriotas toleradas solia recibir, por las cuales se ponía en comunicaciones con otras víctimas ocultas de la persecución. Una de esas comunicaciones misteriosas era la de su amigo intimo Manuel Garcías1 con cuya ayuda al fin, pudo conseguir trasladarse a Kingston, en la Isla de Jamaica.

En aquella ciudad se le esperaban otra clase de sufrimientos.

Los horrores del ostracismo en una colonia inglesa de aquella época tenían que ser amargados por el desprecio i desamparo de una gran parte de su comercio, que era partidario de los españoles. en efecto, el pueblo inglés, que en sus capas sociales superiores es una de las glorias de la civilización cristiana por que sus simpatías i protección positivas a favor de los perseguidos políticos de todas las causas nobles le han enaltecido en todo tiempo, en sus capas inferiores se deja dominar por la influencia del tanto por ciento de un modo tan cruel, que cualquiera diría no ser estas, parte del gallardo pueblo británico, sino se comprendiera a la vez que esa conducta bárbara está sujeta al movimiento de reacción que con mas ó menos cortos intervalos se hace sentir de mas alto. Este fenómeno parece ser un defecto de raza, por que nosotros hemos visto con asombro cuanta simpatía tenia la ciudad de Nueva York el año de 1860 por los rebeldes del Sur, en términos de que uno de sus principales periódicos “El Herald”, llamaba, al inmortal Lincoln imbécil, i abogaba ardientemente por vergonzosos arreglos con los rebeldes traficantes de carne humana, todo por no perturbar la mancha beneficiosa de los negocios.

Bajo un orden de cosas de tal naturaleza, el desamparado Patriota que llegaba á la isla, si es verdad que por parte de las autoridades públicas de le dispensaba protección, por la del mercantilismo i de los traficantes de la esclavitud que aún existía entonces en las colonias británicas2 constituyendo la mayoría del país,era objeto de las mas marcada ojeriza.

Nuestro héroe, pues, tuvo que sufrir las mas crueles escaseces; el hambre i desnudez le cortejaban con frecuencia. Los españoles traficaban con la isla activamente para proveer a Cuba i Puerto Rico de las manufacturas europeas, pues todavía no estaba bien restablecido aquel continente de los efectos de la guerra con Napoleón. El trafico, por consiguiente, dejaba grandes beneficios, por que la marina inglesa era prepotente i sin rival en los mares, asi es que para el comerciante de la colonia, el Insurjente era un vil revolucionario, i el español objeto de todas la mayores consideraciones i protección. Entonces fue que en Kingston tuvo lugar el atentado de asesinato contra el inmortal Bolívar, cuya preciosa existencia se preservó por un rasgo prodijioso de la providencia a favor del Héroe.

Ya habían transcurrido tres años de ostracismo envueltos en miserias i esperanzas para los infelices asilados; ya una nueva aurora de libertad para la patria se hacía sentir; el ruido de las armas libertadoras en el continente se oía en la colonia inglesa i alentaba el espíritu republicano de los ilustres desterrados; i ¡cosa extraña! los mismos colonos ingleses tan adversos i descorazonados poco antes por la causa de la Independencia i para con aquellas víctimas de la tiranía, se mostraban mas generosos en ideas i procedimientos en términos bastantes lisonjeros para los que poco antes fueran objeto de atroces sarcasmos i de inhumano desprecio ¿Qué había podido producir la metamorfosis?

Era que los ínclitos caudillos de Casanare i otras partes del continente habían empuñado nuevamente las armas; no ya de una manera defensiva como le hicieran durante el periodo de la pacificación, sino con la firme resolución de morir como libres ántes que tolerar por mas tiempo á los tiranos de su patria. Santander, el hombre de fé inalterable de principios; Páez, el Genio de la victoria que debería asombrar pronto al mundo con rasgos de valor sublimes, con otra pléyade de héroes de renombre inmortal, conducían á la homérica lid á los hijos del pueblo, i se ponían bajo el mando de de Aquel predestinado por Dios para dar la Libertad á su patria, i afianzar con la victoria de Ayacucho, su merecido titulo de Libertador i padre de cinco repúblicas.

Era, pues, que el ruido de la gloriosa lucha había cruzado los mares en álas de la fama, i que la parte escojida del valeroso altivo pueblo inglés, que se ha mencionado antes, hacia las primeras demostraciones a favor de la independencia i preparaba el espíritu público para mas tarde por medio de su admirable parlamentarismo imponer el deber a sus gobernantes de espedir la célebre declaratoria del ministro Canning reconociendo la Independencia de Colombia, (2 de enero de 1825)

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1) Padre del actual Capitán de uno de los remolcadores de las bahía de Sabanilla. El hijo lleva el mismo nombre del padre.

(2) The England Abolition Bill. 1833

Jose Eugenio Macias II agosto 21, 2016

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Esta es la segunda entrega sobre nuestro héroe, José Eugenio Macías, donde se narra su llegada a la casa paterna.
Estos son apartes de una investigación realizada y que quiero compartirles. El texto se tomo de La Estrella un diario del siglo pasado de la Ciudad de Panamá. Se transcribió literalmente con los giros y ortografía de ese momento. Por Joaquin Batís.  
I. La Cruz vieja

II. El encuentro i el Hogar paterno

Entonces aquel intrépido guerrero educado en la escuela de Urdaneta, Girardot, D’Elhuyar, Velez, París, Ricaurte i otros prelaros caudillos en la pasada campaña de Venezuela de 1813, inspirado como ellos por el sacro fuego de la libertad resolvió conservar su existencia á todo trance. El peligro que le amenazaba era inminente; estaña en medio de un país cuajado de enemigos, y de un momento á otro podía ser aprehendido i fusilado sin fórmula de juicio. La gloriosa mutilación que acababa de sufrir, vertía un torrente de sangre; i por eso, al retirarse, envolvió cuidadosamente su mano en una pieza de su vestido para que ella, vertida por causa tan noble, no dejara rastro que pudiera denunciar á los satélites del tirano, la senda desconocida que lo debería conducir á lugar seguro. Adoptada tal precaución, emprendió su marcha para el cercano monte con esa serena confianza propia del verdadero valor.

Acostumbrado a las fatigas i peligros de la guerra, aguantó emboscado en la cercanías del pueblo á que pasase el primer tumulto i confusión en que ya estaba produciendo la escena anterior. Oyó, que en efecto, se le perseguía, en diferentes direcciones; mas al cabo de algunas horas, sintió que los perseguidores regresaban desesperanzados, i como ya era una hora avanzada en la noche, resolvió tomar el camino directo á Barranquilla aunque para ello tuviera que adoptar las peligrosas precauciones que exigían su estado de invalidez i de perseguido Insurjente. Por consiguiente; sus jornadas no podían ser sino de noche, ocultándose en el bosque á cada ruido que sentía, á fin de evitar una sorpresa del abundante espionaje del enemigo.

La noche era tenebrosa, circunstancia que favorecía su tránsito, pues el terror alejaba de los caminos públicos á todo viajero que no fueran grupos de soldados en vía para el Cuartel general de Palenquillo, donde Morillo se había establecido provisionalmente al principiar el memorable asedio. Con tales precauciones, el Héroe, debilitado por la pérdida de sangre, marcho el resto de la noche, no sin detenerse algunas veces para contener la abundante hemorragia de su reciente herida, y así le continuo hasta que el sol volvió á aparecer en el oriente.

El nuevo día de triste i peligrosa peregrinación transcurría sin otra novedad que la de la inflamación i fiebre que ya principiaba á desarrollarse por efecto de su dolencia cuando sintió ruido por el bosque, como de personas que se acercaban; pusose en observación i pudo distinguir un grupo de Indias que cargadas de sus inocentes hijos lloraban por sus esposos i deudos muertos entre las llamas del heroico pueblo de Malambo que había osado resistir el tránsito del monstruo Morales, pocos días antes. Aquellas infelices, sin hogar, condenadas á la dispersión por los verdugos de su raza hacía mas de tres centurias, buscaban como Macias un asilo seguro, dónde escapar de su tradicional ferocidad.

Con el crepúsculo de la tarde, la fiebre é inflamación de las heridas del Mártir se aumentaron de una manera alarmante. Sus sienes latían horriblemente í su brazo le parecía tan pesado que apenas podía continuar su peligrosa marcha; no obstante tales sufrimientos, el veterano nutrido ya en más de dos años de cruda campaña con las fatigas i miserias del soldado en la primera época de la Independencia, continuaba su marcha, so pena de perecer en el desierto victima de la gangrena, ó del odio de los tiranos, si se daba á conocer á algún estraño.

Faltábanle aun siete leguas para llegar á la casa paterna, i apenas había andado pocas millas en seis horas de penosa marcha. La noche era lluviosa i oscura, i ya una de sus horas avanzadas, cuando oyó el paso de un jinete que se le acercaba; ocultóse con la prontitud que le permitía su estado de agudo sufrimiento. Era tiempo; su vista se nublo i al desplomarse sobre el húmedo fango, le pareció oír una voz muy conocida que esclamaba ¡Santo Cristo de la espiración!…… ¡Padre! contestó maquinalmente el infeliz perdiendo completamente el conocimiento.

Serían las cuatro de la mañana de la noche anterior, cuando un hombre tocaba con suma discreción la puerta de la casa pajiza del callejón de la Prensa, que se ha mencionado al principiar este relato, i al abrirse aquella instantáneamente, apareció una Señora en el dintel, á quien el que tocaba dijo con voz imperceptible. “Aquí tienes” “tu hijo gravemente herido”, introduciendo á la vez dentro de la casa á otro hombre que le acompañaba.

Cómo ha podido suponerse, las dos personas que tan misteriosamente se hablaban no eran otros que Orencio Macías i Paulina de la Cueva, padres del mutilado de santa Catalina, que acababa de entrar en su honrado hogar, i quienes habían recibido rápido aviso de la desgracia i peligro de su primojenito, transmitido por uno de los presos que el heroísmo de aquel había libertado. Con la infausta nueva, el afligido padre, midió de lejos, toda la extensión del peligro en que se encontraba su amado hijo, i voló a prestarle los últimos consuelos de los condenados, si aun era tiempo, ó á salvarlo del patíbulo, que le aguardaba con seguridad, si había logrado escapar de los sicarios, i no se ponían todos los medios imaginables de sustraérselos a su insaciable sed de sangre americana. Ya se ha visto el modo prodijioso con que por una esclamacion piadosa de familia pudieron reconocerse Padre é Hijo por entre la oscuridad de la noche i en medio de la soledad del bosque.

Después del asedio

El 30 de Abril del año de 1816 un lúgubre crespón cubría toda la estinguida provincia de Cartajena. Después del horrible para siempre inmortal 3 de Diciembre del año anterior, en que puso término á la íliada granadina el sacrificio de los egrejios defensores i habitantes de la ilustre ciudad; sacrificio solo comparable al de los de la antigua Sagunto, prefiriendo perecer ántes que someterse al tirano; cuando ya los patíbulos de los mártires habían complementado el terrífico drama del feroz pacificador, i aquella barbará hecatombe borraba para siempre la responsabilidad personal de las grandes faltas contra la Patria cometidas por aquellas victimas de su educación como colonos de un gobierno despótico, una calma siniestra como la que presajia las grandes tempestades se hacía sentir en todo el país. Los satélites del tirano andana por todas partes, altivos i amenazadores, esparciendo el terror mas severo sobre todos los pueblos, particularmente sobre aquellos que como Barranquilla, había dado pruebas de una decisión bien terminante para sacudir el yugo de España.
Debe aquí mencionarse, que dicho lugar, no había sido mui del agrado de los peninsulares, aún ántes de la guerra, pues a pesar de su importancia por el numero de sus habitantes, i su indisputable ventajosa posición geográfica i tipográfica, había mui pocos de ellos residentes en él, prefiriendo radicarse en los vecinos de Soledad i Sabanagrande; i por consiguiente, cuando después de la reciente lucha se evidenciaron los hechos, apareció, que ciertamente tenían sobrada razón para redoblar su animosidad contra sus siempre patriotas laborioso vecinos.

Realmente en la lucha de esterminio que acaba de terminar, Barranquilla había sido notable por sus sacrificios a favor de la Independencia. Ella había aprontado con decisión i denuedo los recursos de soldados i fuerzas sutiles que en noviembre de 1813 sometieron al mando de Labatud, los pueblos de la banda oriental del bajo Magdalena, fortificados por los realistas de Santa Marta; i en el de 1815, sus habitantes habían hecho una gran resistencia á la espedicion, que en abril del mismo año, mando desde la misma ciudad el español Montalvo, Capitan general de la plaza, al mando del teniente coronel Capmani i en la cual tomaron parte mui activa hasta las matronas del lugar, por cuyo razgo espaciata, después de ser ocupada á viva fuerza, tuvo que sufrir las mayores crueldades de parte de los soldados del tirano, (1)

Tales sucesos como es de suponer habían exitado hasta lo infinito, la odiosidad de los déspotas contra el pueblo; así es, que era blanco de persecuciones i de un espionaje tan activo, que la vida era insoportable, particularmente á los hombres que como nuestro héroe estaban ocultos de sus miradas i que deberían secundar la lucha heroica que bien pronto emprenderían los valerosos campeones refugiados en Casanare, i que al través de hechos que constituyen una de las mas brillantes epopeyas del mundo, harían resonar el grito de victoria en el campo de Boyacá.

Entre tanto, el Héroe de nuestra historia había permanecido rigurosamente oculto en el cuarto de la casa paterna. Los 108 días del terrible asedio los había pasado curándose la grave herida recibida en Santa Catalina, cuya asistencia médica recibía de su digna madre, teniendo por únicas asistentas sus jóvenes hermanas. No obstante su rigurosa clausura, las noticias de lo que pasaba ánte los sagrados muros llegaban hasta él, i su vida condenada á la inacción, era un prolongado tormento entre la esperanza i la desesperación. Por fin, un lúgubre grito de agonía por una parte, i el aullido destemplado de triunfo de las hienas por otra, se dejo oír hasta en los mas apartados rincones del país.

Cartagena, la gran Mártir, había sucumbido, i sus habitantes víctimas de las balas i de los asesinatos del vencedor, del hambre i de las olas Caribe, levantaban un monumento imperecedero en los fastos de la guerra Magna; monumento glorioso que el buril de la historia tiene ya reconocido: no obstante, que su inflexibilidad tiene que admitir también, que las desdichas sufridas por aquellas nobles victimas, i aun la perdida completa de la primera Patria, se debió principalmente, al egoísmo miserable de sus jefes, cuando malgastaban los recursos, que no le pertenecían, en fomentar la mas torpe de las anarquías. Ante un desastre de tanta magnitud nuestro Héroe no perdió su fe un solo instante por la causa sagrada de la Patria. Confiaba en la providencia para su triunfo inmediato, i desde el oscuro rincón de la alcoba paterna desesperaba aun no llegara el momento de coadyuvarlo enérjicamente.

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(1) Entre las innumerables matronas que se distinguieron en esa ocasión deben mencionarse los nombres de las barranquilleras: Benedicta Vargas, Maria Josefa Cardenas, E. Cantillo, Ursula Puente, Juliana Miranda, A, Barros, Juana Altamar, Eulalia Perez, Maria Josefa Gutierrez i Concepción Martines quienes acaudilladas por los patriotas Celedon Perez, Pedro Pablo Paez, Nicolas Magué, Blas Camargo, Luis Cantillo, Nicolas Camacho, i Blas Ochoa condujeron los cañones al fuerte del Chuchal i acarreaban los pertrechos a los samarios mandados por Capmani.

José Eugenio Macías, mas que un parque agosto 18, 2016

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Sabias tu quien fue José Eugenio Macías? Si, ese es el nombre de un parque recién inaugurado, pero, quien era en realidad?

Estos son apartes de una investigación realizada y que quiero compartirles. El texto se tomo de La Estrella un diario del siglo pasado de la Ciudad de Panamá. Se transcribió literalmente con los giros y ortografía de ese momento. Por Joaquin Batís.  

José Eugenio Macias
Apuntes Biográficos.

I. La Cruz vieja

En una de las pavorosas madrugadas del mes de Agosto del año de 1815; cuando se aguardaba por momentos la invasión de la provincia de Cartagena, de infeliz recordación histórica, por el feroz pacificador Morillo; la puerta de una humilde casa pajiza situada en el callejón de la Prensa del pueblo de Barranquilla, hoy carrera de Ribon, dio salida misteriosa á un hombre, que al parecer, quería evitar se le sintiera por sus compañeros de habitación, según las precauciones que adoptaba. Aquel hombre de garbosa talla atlética, según dejaba traslucir la suave luz de las estrellas que aun iluminaban la escena, se dirijió con paso mesurado, firme i acompasado á la esquina del patio de la misma casa que daba frente a la calle Real, hoy carrera nacional; doblóla i se encaminó por ella hacia el norte con dirección a la iglesia vieja.

Pocos minutos le bastaron para llegar á aquel lugar venerado por la piedad de sus mayores; contempló con recogimiento la Cruz de madera que se alzaba sobre un tosco pedestal de ladrillos en el centro de la pequeña colina que formaba la plaza de la antigua Iglesia, i cruzando los brazos, apoyó el robusto hombro al pedestal mencionado, inclino la cabeza con su frente hacia el oriente i permaneció así silencioso, inmóvil, por largo espacio de tiempo.

¿Quién era aquel hombre? ¿Qué hacía en lugar solitario en un pueblo amenazado de exterminio por el feróz invasor en aquella hora que apénas serian las cuatro de la mañana? Aquel hombre era el Capitan del ejercito republicano José Eugenio Macías, condecorado con el titulo glorioso de uno de los Libertadores de Cúcuta por haber acompañado á Bolívar el Grande en la hueste sagrada que libertó dicha ciudad, después de vencer á los tiranos en el Magdalena, é hizo la campaña de Venezuela en el de 1813; i era miembro de una de las familias mas respetables que 186 años antes habían venido á fundar aquel pueblo de su nacimiento.

Macías que pertenecía á una de las familias de profundas convicciones religiosas, que en el último tercio del siglo anterior había contribuido con notables esfuerzos á colocar la primera i última piedra i paramentar con oro, plata, piedras preciosas i seda, la Iglesia de San Nicolas que hoy, aunque única, tan deteriorada i pobre existe, no habia ido al lugar mencionado con otro objeto, sino el de orar por la ultima vez sobre las cenizas de sus amores, presintiendo que en la lucha homérica que su patria debía continuar para constituir una Nación Libre é Independiente, su carácter de soldado de la República le llamaba al puesto de mayor peligro, i que tal vez, el sacrificio desinteresado de su vida le impediría volver mas tarde, á visitar el lugar amado de sus mas caros efectos.

En aquella actitud permaneció hasta que al fin, el melancólico graznido del Carráu, ave acuática del bellísimo lago que tenía delante, le hizo comprender que la mañana se acercaba, alzó los ojos i ya ciertamente, principiaba ese magnífico sin igual espectáculo, que el hijo de Barranquilla no puede olvidar en ninguna parte delmundo donde se encuentre: la salida del Sol. En efecto, ya se sentía el delicioso céfiro precursor del esplendente astro; i al favor de una de las despejadas alboradas de la estación, podía distinguirse el lindo lago (hoy no existe) que se estendia al frente de la población. Nuestro Héroe, colocado sobre la eminencia de la colina mencionada, que entonces éra ocho piés mas alta que hoy, (1) podía distinguir el paso de las ninfeas que la corriente del vecino rio introducía por el brazuelo de la Aullama para darle salida por el de la Tablasa con dirección al mar por las bocas del Magdalena á pocas millas de distancia. Mas allá del lago distinguía la pintoresca llanura cubierta de martillos de bellas flores gigantescas (Regina Victoria) conocida con el nombre de la loma, cuyo costado oriental bañaba las plateadas ondas del gran rio; i mas al oriente en lontananza, se dibujaba el azul de la gran cordillera de 15.000 piés de elevación sobre el nivel del mar, con sus ondeadas cimas cubiertas de hielos perpetuos, que en aquel momento estaban coronadas por eclajes color de purpura, oro i plata con formas de una decoración tan grande i tan magnífica que la palabra ni el pincel humano son capaces de describir, i que solo pueden admirarse bien, viéndoles estaciado de admiración aquel que las contempla como uno de los espectáculos mas bellos i sublimes, que puede ofrecer á su vista el Supremo Creador del universo.

Macías veía todo ese gran escenario de belleza portentosa en actitud de profunda meditación. ¿Qué ideas cruzaban por aquella frente tersa i espaciosa? ¿Lanzaba el pensamiento en las rejiones del infinito, cuyas obras de grandeza inimitables por el hombre tenia delante? ¿Las lanzaba en el porvenir de aquel bello pueblo de su nacimiento, i calculaba que llegaría un día en que su Patria, libre i feliz, con una industria floreciente, haría un gran comercio de cambios con los lugares mas remotos del globo, i que los bajeles extranjeros, especie de palacios flotantes, recibirían y entregarían sus ricos cargamentos, anclados con toda seguridad, en la parte de aquel mismo hermoso raudal de agua dulce que tenía delante?

O bien, que el lugar donde fijaba sus piés, serviría de base, a uno de los estribos del magnífico puente, que ostentando en su construcción toda la perfección del arte, atravesaría el gran rio para dar paso a los vehículos que deberían de traer con rapidez desconocida, los productos de las rejiones templadas de la industria de populosas ciudades, que se establecerían sobre la majestuosa cordillera que se dibujaba en el oriente? ¿Pensaba acaso que cerca de allí mismo se construiría una de las esclusas del gran canal central navegable, que tomando las cristalinas aguas superiores del San Jorge, atravesaría en todas su extensión la provincia de Cartagena, con derivaciones de otros canales navegables también hacia el Magdalena i hacia la costa del mar, para fertilizar con irrigación artificial todos sus campos tan escasos de aguas potables, procurando a la vez, locomoción barata i fácil a las florecientes ciudades interiores, que se alzarían al impulso del saber i del bienestar universal, que desarrollaba la República?

No, nada de eso pensaba. Aquel rostro de bella y serena fisonomia de raza caucasa, á los treinta i cinco años de edad, reflejaba la concepción de otro órden de ideas ménos placidas, mas no menos grandes, esto es, pensaba en la nueva peregrinación de sangre, de martirios i de heroicos sacrificios que era menester hacer para fundar Patria i Libertad, en la cual él sería bien pronto una de sus mas excelsas victimas.

En aquel momento el astro refulgente del nuevo dia principiaba á aparecer por encima del azul de la gran cordillera. Un torrente de luz vivísima hería su inmensa zona de hielos perpetuos, haciéndola aparecer como un vasto campo de bruñida plata. La noble fisonomía del Héroe, hijo de Barranquilla se pudo distinguir entonces, con todos sus hermosos rasgos de belleza i severa enerjia; su mirada ardiente i concentrada espedía chispas de fuego sagrado como si se acercara la hora del combate, i sumerjido en tal extasis suponía oír ya el ruido atronador de las batallas, sintió la suave presión de una mano por su espalda. Volvió el rostro i encontró la franca i amable sonrisa de su joven amigo Maximiliano Salazar: Estoi listo, le dijo, i marcharon silenciosos hacia el camino del pueblo de Galapa.

Aquella no era época de grandes discursos; la simple manifestación de Salazar, joven patriota de aquellos tiempos que ha continuado hasta hoy, en su edad provecta, dando pruebas de su ardiente valor por la Patria, fue, suficiente para ser comprendida por el Héroe i poner en ejecución todo un plan de abnegación i acrisolada virtud.

En efecto, la marcha rápida de los dos patriotas, la ocasionaba una gran calamidad pública. Morillo, el feroz pacificador, que debería anegar la naciente república de Nueva Ganada con torrentes de sangre americana, segando en los patíbulos, las existencias mas preciosas de sus hijos, i desde el 22 de julio había arribado á Santa Marta con 8.500 hombres de desembarque, movía ya como otro Atila, sus huestes esterminadoras sobre la provincia de Cartagena, suceso, que apenas había podido conocerse por aquel Gobierno seccional el 4 de Agosto por informe de la fragata de guerra inglesa “La Zelosa”; tan entregado esta su personal á la discusión de criminales cuestiones de supremacía de mando, después de los atroces escándalos que había dado para oponerse a las ordenes del gobierno general para someter á la vecina provincia de Santa Marta por medio de aquel peclaro varon predestinado por la provincia á ser el Libertador de cinco Repúblicas; i á cuyo esfuerzo incontestable se opucieron los mas bajos i miserables procedimientos, por un puñado de hombres incapaces de comprender su grandeza. Asi, solo en virtud de tan aterrador, fue que aquella anárquica reunion de insensatos titulada Gobierno, comprendió que la hora suprema de desesperados esfuerzos, se acercaba, i en consecuencia, moviase a dar órdenes para concentrar sobre los muros de la ciudad todas las fuerzas patriotas que estaban acantonadas en la línea occidental del najo Magdalena. Macías i Salazar, por consiguiente obedecían dicha consigna; Los decretos del cielo, sinembargo se opusieron á que consumaran su heroico proyecto.

Triunfo i Martirio
Con paso acelerado é intrépido marcharon los dos soldados patriotas hasta el pueblo de Santa catalina donde fueron sorprendidos por una partida del ejército enemigo que había invadido el territorio por Arroyo Hondo en la costa, mientras otra división al ando del tigre sanguinario Morales lo había hecho, atravesando el Magdalena por Sitio Nuevo é invadía a Sabanalarga el 16 de Agosto. Salazar logro escaparse momentáneamente para ser apresado poco después i obligado á servir á los tiranos de su patria en las fuerzas sutiles estacionadas en el puerto de Cartagena durante el asedio de aquella ciudad mientras Macías fue detenido en una de las casas del pueblo, con otra partida de infelices resagados, pertenecientes á la fuerza republicana mandada replegar sobre la inmortal ciudad.
En tan crítica situación, el Héroe midió con la mayor rapidez i sangre fría toda la estension del peligro en que se encontraba, i resolvió aprovechar la primera ocasión que se presentará para recuperar su libertad i la de sus compañeros de infortunio. Al efecto, serian como las siete de la noche del día de su prisión, cuando quedando solo el centinela que custodiaba los prisioneros, por haber salido á merodear el resto de la escolta que los custodiaba, se lanzo sobre él, son otra arma que su valor, bien probado ya en las batallas de pasadas campañas en que había sido heroico colaborador. .
La lucha fue desesperada; tratábase nada menos, que de la vida o la muerte de uno de los combatientes. Afortunadamente la celeridad del Héroe en ejecutar la sorpresa, fue tal que pudo anticiparse á la maniobra de su carcelero en disparar su fucil, cuya detonación habría sido la señal de alarma para reunir instantáneamente el resto de la tropa diseminada por el pueblo, lo que era necesario evitar á todo trance.

Aquellos dos hombres pendientes del arma mortífera hacían esfuerzos espantosos, el uno para arrebatarla de las manos de su contrario sin disparar; i este, haciéndolos por tirar del siniestro gatillo. Los infelices presos, entretanto comprendieron que era necesario aprovechar los momentos de lucha, porque su suerte les era bien conocida al presentarse los soldados de la escolta; así fue, que exitados por su libertador escaparon en tropel, favorecidos por las sombras de la noche. La noche continuó terrible por algunos momentos mas; pero al fin el soldado español fue derribado por su atleta contendor. Desgraciadamente, al desprender el Héroe el homicida instrumento de manos del vencido, este pudo tocar su resorte i el tiro se verifico á tiempo que el vencedor tenía su mano en la boca del cañón llevándole tres dedos. Rápido como el rayo, con el sangriento trofeo de su victoria, descargo un golpe terrible en la cabeza de su enemigo, próximo a incorporarse, i dejándole exánime en el puesto, salió de aquella casa mudo testigo de su heroísmo, en cuyo suelo corría profusamente su sangre generosas. (continuará)
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(1) La plaza donde estaba esa colina ha desaparecido hace algunos años por la avaricia de los propietarios vecinos; no hace mucho que en parte su superficie se podían ver dibujados en el pavimento de la calle los esqueletos humanos de los cadáveres inhumados en la nave de la antigua iglesia; hoy estos restos han desparecido ya a impulso del trafico

* Barranquilla, ¿cuál cultura? marzo 17, 2016

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* Diego Marín Contreras aclarándonos desde su trinchera el comportamiento tenido para con nuestros ilustres intelectuales cuando pasaban física hambre y eran visto como animales raros; hoy sacamos pecho

A comienzos del siglo XX, los notables de la ciudad se oponían abiertamente a que se abriera una biblioteca pública en el centro de la urbe. Obvio, a ninguna élite le ha convenido jamás que el pueblo piense, y los libros, ya se sabe, son el lobby del hotel del pensamiento. Una centuria más tarde, la palabra ‘biblioteca’ ni siquiera aparece en el Plan de Desarrollo del Distrito. Barranquilla, ¿capital de cuál cultura?

Ahora todos vamos a bordo de la carroza de la fama de García Márquez, en un carnaval que oscila de lo cursi a lo patético, pero cuando Gabo vivió aquí como un ilustre desconocido, en la década de los cincuenta del pasado siglo, prácticamente pasaba hambre, y hasta Cepeda se preguntaba quién era “el maluco ese”. Meira, él mismo lo cuenta en sus memorias, lo invitaba a comer delicias árabes. Por cierto, hoy todos celebran a Meira Delmar, pero en los treinta y seis años que pasó dirigiendo la Biblioteca Departamental los sucesivos gobernadores la ignoraron con minucia, como lo demuestra el abandono en que fue cayendo ese centro bibliográfico. Es más, alguna vez fui testigo de cómo la Ministra de Cultura de turno daba alaridos preguntando por sus amiguitos al público presente. Le contesté: “no, ellos no han llegado, pero aquí está Meira Delmar, ¿usted sabe quién es?” Ay, entre tantos rostros de poliéster, de gente que oye sin oír y mira sin ver, ¿cuál cultura?

Luis Eduardo Nieto Arteta, filósofo barranquillero, se suicidó a dos cuadras de la mencionada biblioteca porque no tenía con quien hablar. Al también pensador Julio Enrique Blanco la élite, seamos francos, lo consideraba “un viejo loco”, fenómeno similar ocurría con el profesor Alberto Assa. Porque esta ciudad no es fenicia, eso es mucho elogio: más bien, es una plaza de mercado que no ha salido jamás de la economía del trueque, de la moral del agiotista, y sus relaciones sociales de producción ni siquiera son feudales, sino claramente esclavistas. Es célebre la definición que Aristóteles dio de los esclavos como “herramientas parlantes”. Aquí, en no pocas empresas, ni siquiera pueden hablar. ¿Cultura? ¡Agarra la de ron!

En una ciudad con semejantes señas particulares es inconcebible que se le reconozca mérito alguno al trabajo intelectual, que supone un esfuerzo y una disciplina sostenidos durante décadas, no en pos de la adquisición de poder, dinero o símbolos de estatus, sino por el profundo placer de arribar a nuevos puertos del conocimiento humano. Los que hemos dedicado la vida entera a este tipo de búsquedas no tenemos lugar en esta sociedad, y lo sabemos, pero aún así estamos empeñados en prestarle el servicio de aceitar con diésel de pensamiento, con miel de la sensibilidad, las protuberantes fallas de su inhumana maquinaria social. Sin embargo, ¿cuánto gana un maestro?, ¿cuánto gana un escritor? La respuesta a ese tipo de preguntas es la definición precisa del tamaño de nuestro atraso. ¿Cuál cultura?

Vi cometas el otro día. Recordé cuando las hacíamos y las veíamos volar en el cielo de la tarde. Eso es tan parecido al hermoso sueño de la cultura: vuela, vuela…, no te hace falta equipaje.

Por: Diego Marín Contreras

Teatro Rex (foto Tepedino) marzo 15, 2016

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Hoy, ‘remodelado’, fue convertido en locación, en centro comercial y restaurante.

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Cada vez que criticamos esta ciudad lo hacemos desde una ‘polis’ soñada por el ágora. Una ciudad que es cosmos, orden, y no caos, hijo mítico del egoísmo.

Pero para eso tenemos que cultivar varias disciplinas ciudadanas que no estamos habituados a ejercer. La primera de ellas es la imaginación histórica, que nos puede llevar a descubrir, por ejemplo que la ciudad nunca fue lo que dicen que fue, que el pasado es un invento y, como tal, puede volver a inventarse. Hay que contar, y contarnos, una historia no oficial. Verbigracia, la de los no pocos grupos anarquistas que había en Barranquilla a comienzos del siglo XX, y otra vez la leyenda de la revista Voces, o la de los seis diarios que existían simultáneos en 1915, hace exactamente cien años de ineptitud, egoísmo, mezquindad y falta de grandeza. La segunda, es la sensibilidad. Sentirse uno mismo, sentir al otro, a todos los otros sentires, sentir el entorno donde el cielo se enferma de smog, cemento y vanidad provinciana biselada con vidrios azules. Si no sientes, de nada te sirven los discursos más sesudos sobre desarrollo urbano.

Onanismo verbal.

Tomado de En busca del ágora perdida / Por Diego Marín Contreras